El 13 de octubre de 1066 un ejército al mando del duque Guillermo de Normandía se enfrentó a un contingente reclutado por el rey sajón Harold en las proximidades de un pueblecillo cercano a la ciudad inglesa de Hastings, hoy conocido con el elocuente nombre de Battle. El repentino cambio en el testamento del recién fallecido monarca Eduardo el Confesor, trasladando la sucesión del trono de Inglaterra del primero al segundo, había traído consigo una convulsa lucha de poder entre los tres pretendientes al trono. Tras derrotar al ejército noruego de Harold Hardrada en las inmediaciones del puente de Standford, el recién coronado Harold ha de cruzar su reino casi de un extremo a otro forzando marchas, hasta situarse en lo alto de una colina del sur de Inglaterra, junto a donde hoy se encuentra la abadía de Battle Abbey. Este enfrentamiento, a la postre, constituirá el comienzo del dominio normando de la isla.
940 años después, la English Heritage, en colaboración con los grupos de recreación histórica The Vikings y The Conquest,organizaron un macroevento con el objeto de reconstruir el transcurso de dicha batalla. Más de tres mil recreacionistas de veinticinco países, llegados desde tres continentes, se dieron cita los días 13 y 14 de octubre de este año en el mismo escenario en el que se enfrentaron los ejércitos normando y sajón. En total, unos 2.800 combatientes de a pie, 120 jinetes y 150 arqueros, constituyendo aproximadamente un octavo de las fuerzas que participaron en su día: la recreación de una batalla de la era preindustrial más multitudinaria jamás organizada.
El ejército sajón estaba compuesto principalmente por levas entre sus miembros de la baja nobleza, conocidos como fyrdmen, además de los huscarls, élite formada por soldados profesionales vinculados directamente al monarca. Dispuestos en tres cuerpos de ejército en una formación cerrada generalmente conocida como “muro de escudos”, colocados en una excelente posición defensiva, en la cima de una colina y con sus flancos protegidos por densos bosques, su número además era ligeramente superior al de sus enemigos. Éstos, por el contrario, contaban con la ventaja de poseer caballería y arqueros, junto con una infantería que fue igualmente desplegada en tres cuerpos. A la izquierda, los soldados reclutados en la Bretaña francesa, tributaria del duque de Normandía. A la derecha, los mercenarios franco-flamencos. En el centro, los propios normandos.
Al igual que la batalla de 940 años atrás, la recreación la inició un solitario caballero normando, cabalgando solo contra la línea sajona, acompañado de toda clase de gritos de ánimo. A este desafío respondió un huscarl de la guardia personal de Harold y, tras un intenso combate singular, el normando hizo valer la superioridad de su montura, dano muerte al sajón. Esta victoria pareció otorgar alas al caballero, que cargó contra el centro del ejército enemigo, llegando incluso a sujetar The Fighting Man, el estandarte personal del rey Harold. Por un momento, pareció que iba a conseguir el preciado trofeo, aunque finalmente, entre los abucheos que llegaban de colina abajo, fue desmontado y muerto.
Mientras aun resonaban los jactanciosos vítores de los sajones, la infantería normanda comenzó a avanzar, cargando con su pesado equipo colina arriba, atravesando los dispersos cuadros de arqueros en dirección a un muro de escudos de más de trescientos metros de longitud, frente al cual docenas de huscarls hacían molinetes con sus grandes hachas danesas. En una formación cerrada como esta, todo hombre tiende a avanzar hacia el lado de su arma, al mismo tiempo que busca la protección del escudo de su compañero. Esto hace que un frente de batalla suela desplazarse hacia la derecha, por lo que frecuentemente el ala izquierda de un ejército sea envuelta por su enemigo.
Situados en la primera fila de la primera compañía bretona, en el extremo izquierdo de la línea de batalla normanda, cinco españoles avanzábamos a través de la húmeda campiña inglesa en dirección a un ejército sajón compuesto por más de mil quinientos hombres.
940 años después, la English Heritage, en colaboración con los grupos de recreación histórica The Vikings y The Conquest,organizaron un macroevento con el objeto de reconstruir el transcurso de dicha batalla. Más de tres mil recreacionistas de veinticinco países, llegados desde tres continentes, se dieron cita los días 13 y 14 de octubre de este año en el mismo escenario en el que se enfrentaron los ejércitos normando y sajón. En total, unos 2.800 combatientes de a pie, 120 jinetes y 150 arqueros, constituyendo aproximadamente un octavo de las fuerzas que participaron en su día: la recreación de una batalla de la era preindustrial más multitudinaria jamás organizada.
El ejército sajón estaba compuesto principalmente por levas entre sus miembros de la baja nobleza, conocidos como fyrdmen, además de los huscarls, élite formada por soldados profesionales vinculados directamente al monarca. Dispuestos en tres cuerpos de ejército en una formación cerrada generalmente conocida como “muro de escudos”, colocados en una excelente posición defensiva, en la cima de una colina y con sus flancos protegidos por densos bosques, su número además era ligeramente superior al de sus enemigos. Éstos, por el contrario, contaban con la ventaja de poseer caballería y arqueros, junto con una infantería que fue igualmente desplegada en tres cuerpos. A la izquierda, los soldados reclutados en la Bretaña francesa, tributaria del duque de Normandía. A la derecha, los mercenarios franco-flamencos. En el centro, los propios normandos.
Al igual que la batalla de 940 años atrás, la recreación la inició un solitario caballero normando, cabalgando solo contra la línea sajona, acompañado de toda clase de gritos de ánimo. A este desafío respondió un huscarl de la guardia personal de Harold y, tras un intenso combate singular, el normando hizo valer la superioridad de su montura, dano muerte al sajón. Esta victoria pareció otorgar alas al caballero, que cargó contra el centro del ejército enemigo, llegando incluso a sujetar The Fighting Man, el estandarte personal del rey Harold. Por un momento, pareció que iba a conseguir el preciado trofeo, aunque finalmente, entre los abucheos que llegaban de colina abajo, fue desmontado y muerto.
Mientras aun resonaban los jactanciosos vítores de los sajones, la infantería normanda comenzó a avanzar, cargando con su pesado equipo colina arriba, atravesando los dispersos cuadros de arqueros en dirección a un muro de escudos de más de trescientos metros de longitud, frente al cual docenas de huscarls hacían molinetes con sus grandes hachas danesas. En una formación cerrada como esta, todo hombre tiende a avanzar hacia el lado de su arma, al mismo tiempo que busca la protección del escudo de su compañero. Esto hace que un frente de batalla suela desplazarse hacia la derecha, por lo que frecuentemente el ala izquierda de un ejército sea envuelta por su enemigo.
Situados en la primera fila de la primera compañía bretona, en el extremo izquierdo de la línea de batalla normanda, cinco españoles avanzábamos a través de la húmeda campiña inglesa en dirección a un ejército sajón compuesto por más de mil quinientos hombres.
En fin, yo estuve allí aquel histórico día, junto con mis compañeros del Clan del Cuervo, y fui entrevistado para el vídeo oficial. Salgo entre los segundos 1:24 a 1:32:
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