martes, 30 de diciembre de 2008

Miniaturas Uclés




Aquí incluyo un fragmento de un cómic que me encargó en Ayuntamiento de Uclés (Cuenca) para conmemorar el 9º Centenario de la famosa batalla que enfrentó al reino castellano contra los amorávides en 1.108. Esta vez el reto ha sido emplear los mismos materiales que los artistas medievales e imitar el estilo de Las Cantigas de Santa María, códice de finales del siglo XIII. En definitiva, se trata de pintura al temple sobre pergamino, usando pigmentos minerales en polvo como azurita, malaquita, limonita u óxido férrico, mezclados con yema de huevo o goma arábiga, según el caso. No se trata de una copia, pues la composición es original, aunque he empleado como referencia bastante documentación de finales del XIII y principios del XIV para imitar el estilo (las miniaturas alfonsíes, MS I.33, Biblia Maciejowski…).

Consta de dos páginas y se narra el transcurso de la batalla mediante una docena de viñetas acompañadas de un romance, que no es obra mía. Escaneé el original para que el tebeo fuera finalmente impreso mediante Offset sobre un papel coloreado en formato A3, que fue repartido entre los jóvenes de la localidad.

martes, 11 de noviembre de 2008

La SGAE y el síndrome de Diógenes


Decir que la SGAE es, desde el punto de vista del propio creador, un lobby institucionalizado que encarna a una especie de posmoderna perversión de los ideales de Robin Hood, robando a los pobres para dárselo a los ricos, no es, ni mucho menos, una afirmación excesivamente original, aunque sí la descarnada constatación de un hecho.

A modo de ejemplo, cuando quise editar el DVD con mi cortometraje La Espiral de Lug, el responsable de la empresa de duplicado tuvo que realizar las copias en el extranjero, pues, al no ser yo miembro de la Logia, se arriesgaba a que le cerraran el chiringuito: al parecer, estaba vulnerándome mis propios derechos de autor. Claro que la otra opción era pasarme al lado oscuro de la fuerza, firmar un contrato con mi sangre y pagar las cuotas de inscripción en la SGAE, para que éstas, junto con una parte de los miserables beneficios generados por la venta de mi DVD, se los repartieran entre Ramoncín, Joaquín Sabina y la Pantoja.

Pero también es cierto que vivimos en una sociedad en la que impera un pensamiento extremadamente simplista y maniqueo, dotado de la misma complejidad conceptual que una película de Chuck Norris. Y es que ahora resulta que, al ser la SGAE una mafia, la conclusión a la que todos deberíamos llegar es que se han de suprimir los derechos de autor.

Pero los defensores de esta idea no lo dicen para ahorrarse unas pelas, no. Sino por el bien de la Humanidad. En otras palabras, para lograr la liberación del arte y del pensamiento, la democratización de la cultura y con el objeto de que, en definitiva, cualquier persona, por muy humilde que sea su condición, pueda tener a su alcance -gracias a un ordenador de última generación y una conexión de banda ancha- toda la creación artística producida por la Humanidad al completo.

Hagamos una demostración empírica de ello.

Voy a realizar varias consultas en el buscador de un programa de esos que todos tenemos instalados, de los de bajarse cosas por la cara, para sondear los intereses e inquietudes culturales de los internautas. Primeramente, tecleo “Miguel de Cervantes” y aparecen 120 archivos. A continuación, busco cualquier cosa relacionada con “Jenna Jameson” y salen 6.800. Busco algo sobre “Nietzsche” y surgen 49 documentos. Más tarde hago lo mismo con “Star Wars” y salen 8.143. Busco “Richard Wagner” y aparecen 83. Finalmente escribo “Britney Spears” y el programa muestra 7.130.

¿Y qué me encontraré al teclear “Termópilas” en el Google? ¿Acaso algún sesudo y extenso estudio erudito acerca de las Guerras Médicas y sus consecuencias históricas? Pues no, cliqueo lo primero de la lista y aparece la foto de un Master del Universo anabolizado matando a un ninja-talibán con cara de zombie.

Ahora hagamos una encuesta… ¿sabría usted decirme quién es uno de los músicos de Rock que en más demandas por plagio ha estado relacionado? No, no es Manolo Kabezabolo ni los Gigatrón, sino Elvis Presley. Y mucho me temo que sus demandantes no fueron ominosos lobbys ni todopoderosas corporaciones discográficas, sino más bien humildes y desconocidos músicos de Rhythm’n’blues de raza negra, cuya obra fue vampirizada sin compasión. En fin, por muy libertaria que pueda parecer esta idea, todos sabemos quiénes serían los mayores beneficiarios al suprimirse los derechos de autor. Después de todo, ¿por qué pagaría una productora el sueldo a un compositor o guionista, si puede meterle mano a la obra de algún autor desconocido por la cara?

Hará unas semanas, sentado en el autobús, escuché a un adolescente explicarle a su abuelo todo lo que podía hacer con su ordenador. Creo que no dijo nada que fuera legal. Hace poco también escuché a otra persona hablar de la cantidad de música que tiene gravada en DVDs. Automáticamente, hice algunos cálculos mentales y tras ello no pude evitar alcanzar esta profunda reflexión: ¿quién puede tener tiempo suficiente como para escuchar 100 Gigabytes de música en formato mp3?

Y no hablo sólo de comprar discos, sino de algo mucho más profundo. ¿Alguien recuerda aquellas entrañables cintas TDK o Sony de 90, que eran entregadas ceremoniosamente a ese privilegiado amigo poseedor de apenas una cincuentena de discos? Su retorno a nuestras manos, albergando en su interior aquel par de ansiados elepés –y alguna canción de relleno-, era como la llegada de los Reyes Magos en nuestra infancia, un auténtico regalo para nuestros oídos que escuchábamos una y otra vez con deleite. Pero ahora ¿qué queda de todo eso?

Vivimos rodeados de individuos afectados por un severo síndrome de Diógenes Friki, que dedican su tiempo a atesorar incansablemente gigas y gigas de música, cine y videojuegos, a los que, en el mejor de los casos, sólo van a reproducir una vez en su vida. Gente que padece un desaforado, estúpido y estéril afán coleccionista que, al igual que el nuevo rico que sólo compra libros para decorar su salón, tiene como único objeto el poder presumir de lo que tiene. Pero, al mismo tiempo, esta gente se escandaliza cuando les suben diez céntimos el precio del DVD virgen. No les preocupa el Euribor, ni la gasolina o el IPC, no: sólo los putos DVDs.

Admitámoslo: si el ordenador nos resulta una herramienta tan útil es porque, en gran medida, su uso está asociado al consumo de una cantidad brutal de material pirata. Algo que supone un gran negocio para unas empresas de hardware que no son precisamente OGNs, y que ha hecho que toda una generación de jóvenes haya crecido creyendo que Internet es una especie de surtidor sin límites, un grifo que sólo hay que abrir para encontrarse ante toda la música, cine y entretenimiento que deseen, de forma gratuita. Un bien cuyo valor nunca podrán llegar a apreciar, al no costarles absolutamente nada.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Caballero del siglo XII


Siguiendo con las ilustraciones, incluyo esta de un caballero del siglo XII, que realicé para acompañar a un artículo que publiqué el primer número de la revista Memoria, titulado Sangre, Sudor y Hierro. En realidad, se trataría más bien de un caballero villano, miembro de una milicia concejil castellana. Según la terminología de los nobles de la época, un pardillo.

Para su realización empleé un amplio abanico de materiales y técnicas –óleo, pintura acrílica, pastel y carboncillo, entre otros- incluido el clásico salpiconazo guarro que con tanta maestría emplea Chechu.

César Vidal, el Rey Arturo y los Men in Black (I)


Cuando se desea elogiar la carrera de Robert de Niro, normalmente se destaca la calidad de su trabajo interpretativo en obras maestras como Taxi Driver o Toro Salvaje. Sin embargo, cuando se quiere hacer lo mismo con Fernando Esteso, tan sólo se dice de él que ha protagonizado más de doscientas películas.

Siguiendo este principio, no debe extrañarnos que los defensores de César Vidal siempre nos hablen del abultado número de libros que han sido publicados bajo su nombre; una ingente producción que, en los últimos años, vendría a salir a casi un libro por mes. Algo que lo convertiría en un auténtico Príncipe de los Ingenios Meapilas, pues abarca tanto novelas históricas como otras obras de divulgación centradas en los periodos y temáticas más dispares, cuya escritura ha de compaginar diariamente con la dirección de un programa de radio y el rosario de a una.

A cualquiera vagamente familiarizado con el trabajo de escribir, esta labor forzosamente se le antojará una obra titánica y, por tanto, deberíamos imaginarlo pasando las noches en vela, corrigiendo textos y consultando monografías, con los ojos enrojecidos por la pantalla del ordenador y unas profundas ojeras causadas por las largas horas de vigila. En definitiva, con un cuerpo literalmente consumido –nótese el sutil juego de palabras- por el cansancio y el esfuerzo intelectual.

Es decir, nos lo imaginaríamos así si no hubiésemos visto su aspecto lozano, de rotundas y generosas carnes, en alguna fotografía de Libertad Digital.

Hablando sin subterfugios, yo no creo que el hecho de que Vidal emplee una cohorte de negros para sacar adelante su sello editorial neofranquista sea algo criticable en sí mismo, si al menos ofreciera a sus lectores un producto que contase con unos mínimos de calidad. Lo que sí me parece lamentable es el cúmulo de errores históricos que su obra atesora, especialmente si tenemos en cuenta la cantidad de licenciados en paro que hay en nuestro país.

Ojear la introducción histórica de su clásico España Frente al Islam es como leer una de esas antologías del disparate, basadas en los más desafortunados despropósitos de la era postLOGSE. No es de extrañar que entre ellos se encuentre que los íberos habían llegado de Oriente Medio, pues en sus Antigüedades Judaicas, Flavio Josefo dice que los íberos surgieron de los descendientes de Túbal -uno de los nietos de Noe, superviviente del Gran Diluvio Universal-, y aunque el historiador judeo-romano en realidad se refiriese a un pueblo de Armenia llamado de igual forma, esto hizo que, hasta el siglo XIX, se reconstruyera el origen de los españoles a partir de una peregrinación que, procedente de esas tierras y tras atravesar el norte de África, habría llegado hasta nuestra península.

En fin, decir que la bibliografía de César Vidal se encuentra completamente obsoleta bajo la luz de la ciencia histórica actual, resulta un tímido eufemismo semejante a decir que Osama Bin Laden es un tanto puntilloso en cuestiones de fe. Y no deberían extrañarnos todas esas reminiscencias bíblicas, puesto que Vidal es un declarado creacionista que niega la existencia de la evolución de las especies.

(continúa)

César Vidal, el rey Arturo y los Men in Black (y II)


Sin embargo, el disparate que más me ha llamado la atención de César Vidal es uno incluido en su Mentiras de la historia... de uso común, bodrio indescriptible en el cual, de nuevo, algún pobre maquetador ha tenido que ingeniárselas para sacar un libro de donde no lo hay, gracias al empleo de interlineados de un dedo de ancho y letras de cuerpo 24, con las oes como roscones de reyes.

Vidal dedica un apartado para destruir las supuestas mentiras que se han dicho sobre el Rey Arturo y para ello desempolva la teoría expuesta en 1924 por el escritor norteamericano Kemp Malone, según la cual este personaje en realidad habría sido Lucius Artorius Castus, un militar romano del siglo II d.C. a quien conocemos exclusivamente gracias a una estela funeraria hallada en Podstrana (Croacia) que enumera su cursus honorum, es decir, los distintos cargos que el difunto ejerció a lo largo de su vida.

Sin embargo, las teorías de Malone no dejan de ser una concatenación de suposiciones que no logra salvar el abismo cronológico existente entre ese Artorius del siglo II y el personaje que el bardo britano Taliesin presenta combatiendo a los sajones en la Batalla del Monte Badon, la cual, según el monje Gildas, habría tenido lugar en el año 494, extremo corroborado por otras fuentes posteriores como el cronista galés Nennius.

En la película Rey Arturo –un relato de ficción, al fin y al cabo-, basada también en la obra de Malone, el guionista trata de maquillar esta inconsistencia mediante una vaga alusión a que el protagonista sería el último miembro de una larga saga familiar de Artorius. Sin embargo, Vidal sencillamente no ve necesaria ninguna justificación, y así comienza relatándonos la vida de Lucius Artorius Castus -segunda mitad del siglo II d.C.-, para más tarde pasar a describir su participación en la batalla de Mons Badonicus y otros hechos de finales del siglo V.

Cuando uno lee esto y trata de reconstruir mentalmente el proceso editorial que lo ha hecho posible, desde la redacción del texto a manos de uno de sus negros, la supervisión del mismo por parte del señor Vidal, su entrega al editor, el posterior trabajo de corrección y maquetación, hasta que finalmente el producto llega a manos de decenas de miles de lectores, uno no puede por menos que preguntarse… ¿es que nadie se ha dado cuenta de que un tipo no puede vivir más de trescientos años?

En abril de 1953, Albert K. Bender, el director de una revista de ufología norteamericana, anunció a bombo y platillo que al fin contaba con pruebas que demostrarían, más allá de toda duda, la presencia de extraterrestres entre nosotros, las cuales serían publicadas en el siguiente número. Sin embargo, cuando éste llegó a los quioscos, en su lugar apareció un artículo en el que se aseguraba que dichas evidencias habían sido robadas por unos misteriosos hombres vestidos de negro, miembros de alguna oscura agencia gubernamental.

A partir de entonces, comenzaron a resultar cada vez más frecuentes los casos de expertos en ovnis que no podían demostrar la veracidad de sus investigaciones, debido a que sus evidencias habían sido robadas por aquellos misteriosos Men in Black. Todo esto, en lugar de restar credibilidad a sus afirmaciones, contribuyó precisamente a aumentarla: después de todo, ¿qué mejor prueba de que el gobierno estaba en contacto con los extraterrestres que ese interés por ocultar las pruebas que lo demostraban?

Al parecer, nadie se planteó que, en realidad, los Men in Black, pese a ser miembros de una todopoderosa organización que cuenta con tecnología alienígena, jamás habían logrado evitar que la verdad se publicara en unas revistas que se venden en supermercados. Ni tampoco se ha cuestionado el sentido que puede tener que unos agentes secretos siempre vistan igual, a pesar de que las toneladas papel -e incluso dos películas protagonizadas por Will Smith- que nos hablan sobre los Men in Black.

Y tras esta digresión, volvemos a lo anterior. La clave del éxito de César Vidal reside en haber otorgado un cierto respaldo historicista a una determinada ideología. En España hay buenos historiadores de izquierdas y buenos historiadores de derechas, pero ninguno de ellos dice lo mismo que él. Su obra es completamente impresentable y su desvinculación con respecto al ámbito académico absoluta, pero él lo achaca a una conspiración “políticamente correcta” que trata de ocultar la verdad histórica, orquestada por progres, nacionalistas y homosexuales. Y si alguien critica algún aspecto de su obra, se debe precisamente a que forma parte de ella.

Después de todo, ¿qué mejor prueba de la existencia de una conspiración para manipular a la Historia que las críticas dirigidas a quien la denuncia?

domingo, 2 de noviembre de 2008

Drinking horn



Continuando con la miscelánea artesanal, incluyo una muestra de uno de mis últimos trabajos de labrado de cuerno y hueso, materiales que resultan bastante agradecidos de trabajar con las gubias. Para decorar este cuerno de beber, he empleado como referencia un relieve de la Iglesia de Hylestad (Noruega, siglo XIII) que muestra a Sigurd matando al dragón, junto a un detalle de la Arqueta de San Millán (siglo XI), que representa la toma de Amaya, capital de los cántabros, por el rey visigodo Leovigildo.
This is my last engraving work: a drinking horn decorated with a motif taken from the Hylestad Church (Norway, 13th century) of Sigurd killing the dragon, and a detail of Sant Millán’s chest (Spain, 11th century), representing the conquest of Amaya, the capital of the Cantabrians, by the Visigothic king Leovigildo.

La Espiral de Lug


La Espiral de Lug fue un cortometraje que escribí, dirigí y produje con la inestimable ayuda de Chechu Pérez Orellana y Ches G. Villegas, además de la colaboración de la A. C. Orgenomescos. También realicé la infografía 3D y un montaje que más tarde sería utilizado como referencia para el definitivo, ya en sala AVID.

El corto, de casi media hora de duración, está ambientado una década antes del inicio de la invasión romana de Cantabria. Deambula, en ocasiones, por la peligrosa senda que separa lo ambicioso de lo pretencioso, aunque no faltan los destellos de calidad -o eso dicen, y yo prefiero creerlo-. Fue galardonado con el Premio Dobra en el V Festival Internacional de Cortometrajes de Torrelavega, concedido al mejor corto producido en Cantabria, y proyectado en varios festivales, aunque, debido a su duración -se trata practicamente de un mediometraje-, no fue fácil que pudiera encajar en muchos más.

Cada vez que miro atrás y analizo algún trabajo realizado hace años, invariablemente éste me parece un tanto infantil. Seguramente se deba a que vivo inmerso en un continuo proceso de maduración y reflexión personal, que me permite comprender cada vez mejor el mundo que me rodea y mi propio yo interior. Aunque también resulte muy posible que se deba a que yo mismo sea un tanto infantil. O al menos, esto último es lo que opina mi pareja.

En fin, creo que, en conjunto, este trabajo constituyó una gran experiencia que nos permitió afrontar infinidad de problemas de producción que en otros cortos más “de andar por casa” jamás se presentarían: desde los más obvios, derivados de su misma ambientación histórica –vestuario y decorados-, los efectos especiales de sangre y latex, la infografía 3D, el rodaje de escenas de acción, la existencia de un equipo de rodaje muy numeroso –compuesto, algunos días, por casi 50 personas-, unas localizaciones bastante complicadas y poco accesibles, etc.

Edité el cortometraje en DVD, serigrafiado y con carátula. Es posible adquirirlo por 10 euros mas gastos de envío, escribiendo a:
yeyobalbas@yahoo.es
La Espiral de Lug (“Lug’s Spiral”) was a short film that I wrote, directed and produced with the collaboration of Chechu Pérez Orellana, Ches G. Villegas and my friends of the re-enactment society Orgenomescos. Moreover, I made the 3D special effects and an editing used as a reference for the final cut. It’s almost half of an hour long, and their argument is related with the roman invasion of Cantabria.

Mari, Dan Brown y el matriarcado primigenio (y II)


Ez zen eliza ez kristorik / No eran ni la iglesia ni Cristo
arbasoen sinismen jarretan. / en lo que creían nuestros antepasados.
Apaiz fraile bajo Vaticano / Los curas, frailes y monjas estaban en el Vaticano
Ta sorginak akelarretan. / y las brujas en los aquelarres.
Ez zen eliza ez kristorik / No existía ni la iglesia ni Cristo
Gizarte haretan. / en esa sociedad.

Pese a su completa desvinculación con respecto al mundo académico, o tal vez debido precisamente a ello, letras como las del grupo de rock Kortatu han sabido retratar mejor que nadie buena parte de la actual subcultura matriarcal.

En nuestra piel de toro, la Matriarcomanía se instauró de la mano de Julio Caro Baroja (Los pueblos del Norte, ed. Txertoa), quien, basándose en una referencia del geógrafo griego Estrabón sobre los pueblos del norte de la península hacia el cambio de era, postuló la existencia de un matriarcado de origen vascoide en ese ámbito. De nuevo, esto ha creado otro efecto bola de nieve y estudiosos posteriores, como Barbero y Vigil, han ido mucho más allá, trasladando todo ese supuesto matriarcado hasta los albores de la Reconquista.

Sin embargo, especialistas actuales como Eduardo Peralta o Narciso Santos Yanguas han echado por tierra todas estas teorías. Estrabón, miembro de un pueblo en el que la mujer era sistemáticamente relegada, se encontró ante una sociedad en la que ésta contaba con bastantes libertades, lo cual malinterpretó, utilizándolo como arma para destacar su carácter incivilizado. Pero el hecho de que las mujeres heredasen la tierra no suponía que ostentaran el poder económico, tal y como habría ocurrido en una sociedad agrícola como la suya, pues en el norte de Iberia ésta sólo era una actividad marginal, complementaria a la ganadera.

Pero durante años, cada vez que alguien se topaba ante alguna costumbre en la que la mujer poseía una cierta preeminencia, automáticamente se la considera una pervivencia de ese supuesto matriarcado, y no han faltado los han visto en las sociedades gastronómicas del País Vasco una de sus muchas reminiscencias.

Tampoco faltan las obras de ficción que nos hablan de unas sacerdotisas matriarcales adalides del buen rollo y la corrección política, como Las Guardianas del Tabú de Javier Lorenzo. Y es que, aunque no existió un matriarcado entre los antiguos cántabros, ni ningún tabú en torno a la luna –otra creación de Caro Baroja, también muy superada-, en la literatura actual existe un gran interés por otorgar protagonismo al ámbito femenino, especialmente dentro de un género, como es el histórico, en el que casi el 75% de sus lectores son mujeres. Paradógicamente, en cierto modo esto ha materializado buena parte de los ancestrales temores patriarcales. Ya se sabe que, tal y como señala Stefan Bollmann, las mujeres que leen son peligrosas.

Sin embargo, la más significativa manifestación de ese matriarcado asociado con la Diosa Madre sin lugar a dudas es Mari.

Cuando, a lo largo del siglo XIX, etnógrafos y literatos como Joseph Agustín Chaho, José María de Goizueta, Juan Venancio de Araquistain, Julien Vinson o Wentworth Webster estudiaron la mitología popular vasca, tan sólo encontraron unos seres femeninos que normalmente relacionaron con las hadas gaélicas. Es José Miguel de Barandiarán, considerado por muchos el "patriarca de la cultura vasca", quien nos habla por primera vez de Mari, un numen supremo femenino de carácter terrestre.

Mari es María, es decir, la virgen cristiana, pues este nombre es con el que en euskera se conoce a la madre de Jesús. Barandiarán recogió una serie de relatos populares protagonizados por una virgen revestida de infinidad de rasgos heterodoxos y unas damas que anteriormente habían sido catalogadas como hadas, lo que él consideró un caso de asimilación de una deidad anterior. Sin embargo, con poco más de treinta relatos breves componiendo lo que él denomina El Ciclo de Mari, su carácter de numen supremo de la mitología vasca sólo obedece a una arbitraria identificación con la Diosa Madre postulada por Bachofen, al estar este investigador absolutamente convencido del carácter “prehistórico” de la cultura tradicional vasca.

Eso no quita para que este numen supremo, y el supuesto culto brujeril medieval, hayan servido para que algunos se hayan montado todo un panteón pagano, supuestamente vigente en pleno siglo XX. Algo que jamás creyeron aquellos investigadores que lo hicieron posible, pues sólo nos hablan de pervivencias paganas dentro de una sociedad cristiana... y la mejor prueba de ello es que tanto Julio Caro Baroja como José Miguel de Barandiarán eran curas (ver la foto de este último, que da inicio a la presente entrada).

En fin, la facilidad con la que se difunden las ideas humanas es proporcional a la medida en la que éstas encajan dentro de un sustrato ideológico ya existente. De ahí que muchas creencias historiográficas completamente superadas permanezcan en vigencia dentro de determinados ámbitos, mientras que otras, de rabiosa actualidad pero muy lejos de encontrarse demostradas, hayan logrado una entusiasta implantación en muy poco tiempo.

Desde una perspectiva progresista, resulta muy seductor el considerarse descendiente de un pueblo defensor de los valores feministas y tal. Pero no se puede confundir lo que fue, con lo que me a mí gustaría que hubiese sido. Y tampoco hay que olvidar que los principios del feminismo poco tienen que ver con establecer un matriarcado.

viernes, 31 de octubre de 2008

Mari, Dan Brown y el matriarcado primigenio (I)


Cuando en 1861 Johann Jakob Bachofen publicó Das Mutterrecht seguramente no era muy consciente de la que estaba liando.

En esta obra, titulada “El Derecho Materno”, este antropólogo suizo estableció un modelo teórico según el cual la Humanidad habría pasado por cuatro estadios evolutivos: uno inicial, llamado Hetairismo, en el que imperaba una gran promiscuidad sexual y no existían los emparejamientos estables, otro denominado Ginecocracia –normalmente identificado con “matriarcado”-, en el que la familia se habría articulado en torno a la madre, hasta una fase Dionisiaca de transición que finalmente desembocaría en el actual patriarcado.

Esta estructura social habría tenido su equivalente dentro del mundo mítico, de forma que inicialmente se rindió culto a una Diosa Madre, relacionada con la fecundidad, más tarde sustituida por deidades masculinas de carácter guerrero, algo que en Europa aproximadamente coincidiría con la llegada de los pueblos indoeuropeos. Para establecer esto, Bachofen y sus seguidores se basaron en las esculturas de venus prehistóricas, o en diversas referencias en textos mitológicos, como la Teogonía de Hesíodo, quien presenta a un universo dominado por la diosa Gea antes de la llegada de Zeus y su panteón olímpico.

Ni que decir tiene que estas ideas han tenido una cálida acogida dentro del pensamiento feminista y un amplio eco en la literatura de ficción. Baste recordar a Ayla, la modosa top model cavernícola protagonista del Clan del Oso Cavernario y sus secuelas, a la postre responsable de todos los avances tecnológicos acaecidos durante el Paleolítico Superior, dentro de un amplio monográfico sobre el sexo en la Prehistoria.

El problema es que el modelo teórico de Bachofen se encuentra ampliamente cuestionado por los especialistas modernos: la antropología nunca ha logrado documentar, ni entre los actuales “pueblos primitivos” ni rastreando en los textos históricos, sociedades como las que él describe. Hablando claro, jamás han existido los pueblos matriarcales, entendidos como aquellos en los que la mujer desempeñaría el mismo rol que el hombre cumple dentro de las patriarcales: sólo podemos hablar de la existencia rasgos concretos como la filiación por vía materna o el matrilocalismo.

Para acabar de liarla, en 1921 Margaret Murray publicó su obra The Witch-Cult in Western Europe, según la cual la persecución a las brujas durante los siglos XV-XVII habría sido, en realidad, una represión encubierta a un culto precristano centrado en la diosa Diana, liderado por una especie de sacerdocio femenino. De esta forma, los aquelarres no fueron más que rituales orgiásticos relacionados con el culto a la fertilidad.

De nuevo, esto no se sostiene ni con alfileres y por ello las teorías de Murray han sido sobradamente refutadas. En realidad, las prácticas y creencias que los inquisidores atribuían a las brujas no eran más que un sádico y disparatado cúmulo de supercherías, una mera proyección de sus propios miedos. Donde había un Cristo, crearon un Anticristo, y donde había una Iglesia, construyeron una Antiglesia dotada de unos rituales que sólo eran una macabra parodia de los propios. En definitiva, no hay nada que permita sostener que aquellas pobres mujeres fueron algo más que simples cabezas de turco en una especie de psicosis colectiva. Si un niño desaparecía, era porque las brujas lo habían raptado. Si alguien enfermaba, era a causa de sus conjuros. ¿Problemas de erección? Échele la culpa a una bruja.

Pero ese supuesto culto clandestino a la Diosa Madre también ha tenido su repercusión dentro de la literatura de ficción, y esto, a su vez, ha llegado al gran público. Obras como Las Nieblas de Avalon de Marion Zimmer Bradley, han acabado consolidando una visión antagónica entre un “paganismo” matriarcal, tolerante y de buen rollito, frente a un cristianismo patriarcal y totalitario, revestido de sotana y cilicio, que ha tenido su máxima expresión en El Código da Vinci. En esta novela, Dan Brown nos presenta a una beatífica secta con destellos de ONG conocida como El Priorato de Sión, heredera del sacerdocio brujeril. El autor logra demostrar magistralmente que el mismísimo Leonardo Da Vinci formaba parte de esa sociedad secreta y su Gioconda no es más que una representación de la simbiosis pagana entre el ser masculino y el femenino, lo cual queda perfectamente de manifiesto en su mismo nombre: Mona Lisa, es decir, Amon L’Isa, es decir, Amón-Isis.

Y es que hay que joderse.

La popularización de las ideas de Murray ha supuesto, en gran medida, una “vuelta de tuerca” a las de Bachofen, y por ello, en cierto modo, se ha sido más papista que el Papa. En realidad, este antropólogo hablaba de un culto a la Diosa Madre prehistórico, anterior a la creación de mitologías como la griega, romana, celta, egipcia, persa o germánica. Y es que resulta absolutamente insostenible que estos pueblos fueran matriarcales, cuando, sin ir más lejos, el mismo Hesíodo, cuya obra sostiene el antagonismo entre Gea y Zeus, describe a Pandora, la primera mujer, con unos términos completamente misóginos.

Continuará…

Hastings 2006


El 13 de octubre de 1066 un ejército al mando del duque Guillermo de Normandía se enfrentó a un contingente reclutado por el rey sajón Harold en las proximidades de un pueblecillo cercano a la ciudad inglesa de Hastings, hoy conocido con el elocuente nombre de Battle. El repentino cambio en el testamento del recién fallecido monarca Eduardo el Confesor, trasladando la sucesión del trono de Inglaterra del primero al segundo, había traído consigo una convulsa lucha de poder entre los tres pretendientes al trono. Tras derrotar al ejército noruego de Harold Hardrada en las inmediaciones del puente de Standford, el recién coronado Harold ha de cruzar su reino casi de un extremo a otro forzando marchas, hasta situarse en lo alto de una colina del sur de Inglaterra, junto a donde hoy se encuentra la abadía de Battle Abbey. Este enfrentamiento, a la postre, constituirá el comienzo del dominio normando de la isla.

940 años después, la English Heritage, en colaboración con los grupos de recreación histórica The Vikings y The Conquest,organizaron un macroevento con el objeto de reconstruir el transcurso de dicha batalla. Más de tres mil recreacionistas de veinticinco países, llegados desde tres continentes, se dieron cita los días 13 y 14 de octubre de este año en el mismo escenario en el que se enfrentaron los ejércitos normando y sajón. En total, unos 2.800 combatientes de a pie, 120 jinetes y 150 arqueros, constituyendo aproximadamente un octavo de las fuerzas que participaron en su día: la recreación de una batalla de la era preindustrial más multitudinaria jamás organizada.

El ejército sajón estaba compuesto principalmente por levas entre sus miembros de la baja nobleza, conocidos como fyrdmen, además de los huscarls, élite formada por soldados profesionales vinculados directamente al monarca. Dispuestos en tres cuerpos de ejército en una formación cerrada generalmente conocida como “muro de escudos”, colocados en una excelente posición defensiva, en la cima de una colina y con sus flancos protegidos por densos bosques, su número además era ligeramente superior al de sus enemigos. Éstos, por el contrario, contaban con la ventaja de poseer caballería y arqueros, junto con una infantería que fue igualmente desplegada en tres cuerpos. A la izquierda, los soldados reclutados en la Bretaña francesa, tributaria del duque de Normandía. A la derecha, los mercenarios franco-flamencos. En el centro, los propios normandos.

Al igual que la batalla de 940 años atrás, la recreación la inició un solitario caballero normando, cabalgando solo contra la línea sajona, acompañado de toda clase de gritos de ánimo. A este desafío respondió un huscarl de la guardia personal de Harold y, tras un intenso combate singular, el normando hizo valer la superioridad de su montura, dano muerte al sajón. Esta victoria pareció otorgar alas al caballero, que cargó contra el centro del ejército enemigo, llegando incluso a sujetar The Fighting Man, el estandarte personal del rey Harold. Por un momento, pareció que iba a conseguir el preciado trofeo, aunque finalmente, entre los abucheos que llegaban de colina abajo, fue desmontado y muerto.

Mientras aun resonaban los jactanciosos vítores de los sajones, la infantería normanda comenzó a avanzar, cargando con su pesado equipo colina arriba, atravesando los dispersos cuadros de arqueros en dirección a un muro de escudos de más de trescientos metros de longitud, frente al cual docenas de huscarls hacían molinetes con sus grandes hachas danesas. En una formación cerrada como esta, todo hombre tiende a avanzar hacia el lado de su arma, al mismo tiempo que busca la protección del escudo de su compañero. Esto hace que un frente de batalla suela desplazarse hacia la derecha, por lo que frecuentemente el ala izquierda de un ejército sea envuelta por su enemigo.

Situados en la primera fila de la primera compañía bretona, en el extremo izquierdo de la línea de batalla normanda, cinco españoles avanzábamos a través de la húmeda campiña inglesa en dirección a un ejército sajón compuesto por más de mil quinientos hombres.

En fin, yo estuve allí aquel histórico día, junto con mis compañeros del Clan del Cuervo, y fui entrevistado para el vídeo oficial. Salgo entre los segundos 1:24 a 1:32:

Una galería de fotos:


Santuario de Capote


Como ya he dicho, voy a incluir en el blog algunas ilustraciones que voy realizando sobre temas relacionados con historia y arqueología. Empezaré por esta reconstrucción del Santuario de Capote (Badajoz), destruido por las legiones romanas en el otoño del 152 a.C. La aparición de una gran cantidad de cerámica y restos óseos de animales, hace suponer que dicha destrucción sucedió poco después de celebrarse un banquete ritual.

Fue publicada en el número 6 de la revista Memoria, dentro de un dossier sobre Celtíberos dirigido por Alberto Lorrio, en el que colaboraron especialistas de prestigio, como Martín Almagro-Gorbea, Alfredo Jimeno, Francisco Burillo o Francisco Marco Simón, entre otros.

Para su realización tan sólo conté con la foto y la planimetría que adjunto. En fin, hice lo que pude en un plazo reducido de tiempo. Para que la composición ganara algo de riqueza, incluí al guerrero con caetra, espada de antenas atrofiadas, puñal dobleglobular y lanza.
This is a recreation I made of the “Celtiberian” sanctuary of Capote (Badajoz, Spain), destroyed by the roman legions in 152 B.C. The remains of a great deal of ceramic and bones founded, suggests that this destruction happens after the celebration of a ritual banquet.

This drawing was published in the nº 6 of the historical magazine “Memoria” in a special issue dedicated to the Celtiberians, directed by Alberto Lorrio, with the collaboration of other prestigious scholars, as Martín Almagro-Gorbea, Alfredo Jimeno, Francisco Burillo and Francisco Marco Simón, among others.

jueves, 30 de octubre de 2008

Margine al freak


Cuando hablamos de frikis, inmediatamente nos imaginamos a un entrañable zampabollos treintañero vistiendo calzado deportivo y camisetas de Star Wars. Un personaje apacible, tímido e introvertido, eterno acumulador de esperma, invariablemente marginado por una sociedad injusta. El típico loser que en el instituto padece con resignación las novatadas del equipo de baloncesto y sufre estoicamente el menosprecio de la jefa de animadoras, alguien con el que, en definitiva, nadie acudiría al baile de graduación.

Pero no se deje engañar por las apariencias. En realidad, nos encontramos ante un ser soberbio y egocéntrico, directo responsable del desmoronamiento de la cultura occidental.

Ya sé que esta acusación puede parecer desproporcionada. Es más, todos aquellos que hemos bebido de las fuentes de la progresía nos hemos construido unos patrones mentales según los cuales esta sociedad, conservadora y totalitaria, siempre margina a todo aquel que la cuestiona. Por ello, inmediatamente simpatizamos con el marginado, poniéndonos de su parte.

Y, efectivamente, la endoculturación es un proceso antropológico real, mediante el cual toda sociedad tiende a auto-perpetuarse gracias a diversos mecanismos a su alcance, como su capacidad para educar a las nuevas generaciones o el consabido retrazo a quien subvierte sus normas. Es otras palabras: se margina al que es distinto sólo por el hecho de serlo; algo sin duda arbitrario, injusto y reaccionario.

Pero en algunas ocasiones la sociedad no se equivoca.

Esto es algo muy difícil de reconocer, y sólo se logra tras un arduo proceso de reflexión. No obstante, decir que el friki merece que lo marginen no es, ni mucho menos, una afirmación arbitraria. Además, como veremos, tampoco se trata de un personaje trasgresor -¡qué disparate!-, sino el más despreciable peón que el capitalismo emplea para imponer su escala de valores dentro de nuestra cultura.

Para los que vivimos más o menos inmersos dentro del mundillo del arte –entendido en un sentido amplio y no elitista- el eterno debate entre “comercialidad versus introspección” es un lugar común, una senda transitada en infinidad de ocasiones. Pero en una sociedad que camina hacia el neoliberalismo, en la que todo se cuantifica monetariamente y lo que es bueno o malo se determina en función de cuánto dinero se puede sacar de él, es lógico que la calidad de una obra artística también se mida exclusivamente por la pasta que pueda generar. Esto ya resulta bastante trágico de por sí, y no vamos a extendernos en ese punto, pero baste decir que, en mi opinión, la existencia de los freaks contribuye, de forma significativa, a desestabilizar aun más la ecuación.

Pongamos un ejemplo sencillo. Imaginemos que usted acude al cine para ver una película de –por decir algo- Clint Eastwood: pagará su entrada, visionará la cinta y, tras ello, tomará unas copas o regresará a su casa. Más adelante, es posible que alquile el dvd en su videoclub, o que incluso lo compre, pero esto último es menos probable y deberá gustarle mucho para que lo haga. Todos sabemos que al alcanzar la treintena aumentan los compromisos sociales, vienen los niños, se recortan gastos por culpa de las hipotecas, etc. Esto hace que el rango de edad del espectador medio se sitúe entre los 15 y 30 años, de ahí que exista una importante tendencia a realizar un cine comercial que responde exclusivamente a parámetros adolescentes.

Pero ahora imagine que es usted un friki de 33 años eternamente adolescente, que trabaja como informático, es soltero, no sale por las noches y vive en casa de sus padres. No viste ropa de marca, sólo camisetas negras de Barrio Sésamo, vaqueros con manchas de esperma y calzado deportivo. No tiene que pagar hipotecas o alquileres, ni el colegio de los niños. Tampoco destina su dinero a cenas, ni a copas, no tuena su coche y, desde luego, tampoco gasta en condones: ahora la situación cambia por completo. Así resulta meridianamente sencillo gastarse entre 200 y 600 euros al mes en morralla freak.

Y donde está la pela, está el negocio. Porque un friki no se limita a ver una película en el cine, sino que lo hace tres veces, atiborrándose de palomitas, chocolatinas y coca-cola. Más tarde se compra el dvd, la versión extendida, el cartel de la película, los cómics, el juego de rol, las figuras de plomo, la novela, el videojuego, la espada del protagonista y hasta el conjunto de cuero de Jerjes en “300”. Basta una breve visita a cualquier tienda freak que responda al perfil de La Caverna del Androide, para descubrir hasta qué punto puede dar de sí la gallina de los huevos de oro. Afrontémoslo: cincuenta frikis gastan más en cine -y sobre todo, en sus derivados- que setecientas personas normales. Por tanto, ¿qué tipo de cine interesa más a una productora?

Ahora visitemos la biblioteca de un friki. Y, por favor, no se deje engañar por el hecho de que cuente con una titulación superior: aparte los libros de programación avanzada y gestión de redes, retire las novelas de la Dragonlance o Battletech, no preste atención a los cómics de tíos en leotardos, ni se confunda con las normas de juegos de rol y se encontrará ante un paisaje desolador.

¿Es éste el modelo de lector/espectador que debemos emplear como referencia?

Hay que ser tolerante y se debe respetar los gustos o chifladuras de cada cual, pero estamos alcanzando un punto sin retorno en el que se está imponiendo una escala de valores completamente descabellada, en la que los frikis son una punta de lanza. Hace cincuenta años, los lectores de novelas “de a duro” eran conscientes de que la suya era una literatura fácil y de consumo. Pero con la transición a la democracia, vino la democratización de la cultura, lo cual no ha significado que ésta se encuentre al alcance de todos, sino que todos debemos ser considerados igual de cultos por decreto-ley. Y no se les ocurra criticar a Dan Brown o al último videojuego adaptado al cine, pues eso es de pedantes, del mismo modo que, aplicando un criterio inverso, todo aquello que esté más allá del alcance intelectual de un hooligan lobotomizado también lo es.

Por tanto, desde aquí quisiera romper una lanza en favor de la marginación social del friki como un acto necesario de eugenesia e higiene cultural, imprescindible para la preservación de un legado artístico que se remonta a casi tres mil años.

http://www.youtube.com/watch?v=X6cyREtBrpg




Presentación


Cuando te planteas dedicar una parte de tu tiempo a mantener con vida este microscópico espacio de la Red, lo primero que se te viene a la mente es ¿realmente necesita el mundo otro blog?

La pregunta no es retórica, ni mucho menos ociosa. Y para entender su razón de ser sólo hay que realizar una búsqueda aleatoria en el Google. En justicia, se podría decir que si escribir un blog en Internet es como arrojar al océano un mensaje dentro de una botella, en realidad no estaríamos hablando de un océano acuático, sino de uno formado por millones de botellas llenas de mierda.

Llevo años convencido de que el problema actual de la Red consiste en su incapacidad para gestionar toda la información que alberga, discriminando aquello que realmente merezca la pena –que lo hay-, pero eso es algo que, desgraciadamente, por el momento ningún buscador es capaz de ofrecer.

En otras palabras, espero que en su visita encuentre algo que le sea de interés.

Empero, en este blog encontrará un material extraordinariamente heterogéneo, lo cual es un fiel reflejo de la misma diversidad de mis intereses, trabajos y aficiones. Ahora mismo soy redactor de una revista de divulgación histórica llamada Memoria, realizo ilustraciones para diversas entidades, he guionizado, montado y dirigido cortometrajes, además de estar escribiendo una novela y el proyecto de una serie televisiva. También vivo inmerso en el mundo de la recreación histórica, lo cual, a su vez, implica la experimentación con infinidad de aspectos relacionados con la tecnología antigua, desde labrado de madera, cuerno o hueso, dibujo de miniaturas sobre pergamino, grabado xilográfico, repujado de metal o cuero, forja, escultura y un largo etcétera que incluye el entrenamiento con armamento medieval.

Como se ve, soy una especie de versión de andar por casa del paradigma de hombre renacentista: hago de todo, pero nada del todo bien.

En fin, aunque la finalidad de este blog sea convertirse en un escaparate de mis actividades y ser testigo de mis reflexiones, en aras de la coherencia voy a limitar las entradas a aquellos temas que tengan como denominador común la Historia.

Aunque nunca se sabe. Al igual que un dibujo o un relato, toda creación siempre acaba cobrando vida propia y viaja por sus propios derroteros.