Sin embargo, el disparate que más me ha llamado la atención de César Vidal es uno incluido en su Mentiras de la historia... de uso común, bodrio indescriptible en el cual, de nuevo, algún pobre maquetador ha tenido que ingeniárselas para sacar un libro de donde no lo hay, gracias al empleo de interlineados de un dedo de ancho y letras de cuerpo 24, con las oes como roscones de reyes.
Vidal dedica un apartado para destruir las supuestas mentiras que se han dicho sobre el Rey Arturo y para ello desempolva la teoría expuesta en 1924 por el escritor norteamericano Kemp Malone, según la cual este personaje en realidad habría sido Lucius Artorius Castus, un militar romano del siglo II d.C. a quien conocemos exclusivamente gracias a una estela funeraria hallada en Podstrana (Croacia) que enumera su cursus honorum, es decir, los distintos cargos que el difunto ejerció a lo largo de su vida.
Sin embargo, las teorías de Malone no dejan de ser una concatenación de suposiciones que no logra salvar el abismo cronológico existente entre ese Artorius del siglo II y el personaje que el bardo britano Taliesin presenta combatiendo a los sajones en la Batalla del Monte Badon, la cual, según el monje Gildas, habría tenido lugar en el año 494, extremo corroborado por otras fuentes posteriores como el cronista galés Nennius.
En la película Rey Arturo –un relato de ficción, al fin y al cabo-, basada también en la obra de Malone, el guionista trata de maquillar esta inconsistencia mediante una vaga alusión a que el protagonista sería el último miembro de una larga saga familiar de Artorius. Sin embargo, Vidal sencillamente no ve necesaria ninguna justificación, y así comienza relatándonos la vida de Lucius Artorius Castus -segunda mitad del siglo II d.C.-, para más tarde pasar a describir su participación en la batalla de Mons Badonicus y otros hechos de finales del siglo V.
Cuando uno lee esto y trata de reconstruir mentalmente el proceso editorial que lo ha hecho posible, desde la redacción del texto a manos de uno de sus negros, la supervisión del mismo por parte del señor Vidal, su entrega al editor, el posterior trabajo de corrección y maquetación, hasta que finalmente el producto llega a manos de decenas de miles de lectores, uno no puede por menos que preguntarse… ¿es que nadie se ha dado cuenta de que un tipo no puede vivir más de trescientos años?
En abril de 1953, Albert K. Bender, el director de una revista de ufología norteamericana, anunció a bombo y platillo que al fin contaba con pruebas que demostrarían, más allá de toda duda, la presencia de extraterrestres entre nosotros, las cuales serían publicadas en el siguiente número. Sin embargo, cuando éste llegó a los quioscos, en su lugar apareció un artículo en el que se aseguraba que dichas evidencias habían sido robadas por unos misteriosos hombres vestidos de negro, miembros de alguna oscura agencia gubernamental.
A partir de entonces, comenzaron a resultar cada vez más frecuentes los casos de expertos en ovnis que no podían demostrar la veracidad de sus investigaciones, debido a que sus evidencias habían sido robadas por aquellos misteriosos Men in Black. Todo esto, en lugar de restar credibilidad a sus afirmaciones, contribuyó precisamente a aumentarla: después de todo, ¿qué mejor prueba de que el gobierno estaba en contacto con los extraterrestres que ese interés por ocultar las pruebas que lo demostraban?
Al parecer, nadie se planteó que, en realidad, los Men in Black, pese a ser miembros de una todopoderosa organización que cuenta con tecnología alienígena, jamás habían logrado evitar que la verdad se publicara en unas revistas que se venden en supermercados. Ni tampoco se ha cuestionado el sentido que puede tener que unos agentes secretos siempre vistan igual, a pesar de que las toneladas papel -e incluso dos películas protagonizadas por Will Smith- que nos hablan sobre los Men in Black.
Y tras esta digresión, volvemos a lo anterior. La clave del éxito de César Vidal reside en haber otorgado un cierto respaldo historicista a una determinada ideología. En España hay buenos historiadores de izquierdas y buenos historiadores de derechas, pero ninguno de ellos dice lo mismo que él. Su obra es completamente impresentable y su desvinculación con respecto al ámbito académico absoluta, pero él lo achaca a una conspiración “políticamente correcta” que trata de ocultar la verdad histórica, orquestada por progres, nacionalistas y homosexuales. Y si alguien critica algún aspecto de su obra, se debe precisamente a que forma parte de ella.
Después de todo, ¿qué mejor prueba de la existencia de una conspiración para manipular a la Historia que las críticas dirigidas a quien la denuncia?
3 comentarios:
Interesante análisis del libro de Artorius, efectivamente como libro histórico no se sostiene. Sin embargo resulta entretenido, recuerda efectivamente a la película de Arturo, incluso tiene cosas comunes con "La última legión de Manfredi.
Por lo demás le das un buen repaso a Vidal. La verdad es que debería de publicar algo menos, aunque solo se por vergüenza.
¿Has leído la de "El fuego del cielo"?
pero si hay gente muy equivocada en este mundo...
me quedo una duda, hace cuanto se publico ese libro? y de verdad pretende ser historico? sonaba mas a novela o algo asi :S
Ojeé “El Fuego en el Cielo” y también está repleto de errores, algo que me resulta especialmente evidente debido a que el ejército romano es “mi especialidad”. Por ejemplo: citar la presencia de principes, triarios, velites y hastatus en una legión del siglo III d.C. (Creo recordar).
Contestando a Arann, Vidal ha publicado dos obras sobre Arturo, aprovechando el tirón de la Última Legión de Manfredi y la película Rey Arturo. Una novela corta, cuya portada incluyo al comienzo de la segunda parte del artículo, y el libro “Mentiras…” que es supuestamente de divulgación histórica.
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